RESPONSABILIDAD
SOCIAL DEL MUSEO
[
INVESTIGAR, CONSERVAR, DIFUNDIR Y HACER DIDÁCTICA ]
Hoy en día es muy común hablar da función social de los
museos. Con la aparición de la Nueva
Museología, asociamos los museos al desarrollo social y ambiental, al
compromiso de las comunidades en sus actividades. Pero en la práctica, en
muchos casos, esta función es confundida y/o relegada a la acción de los
servicios educativos o a una mayor visibilidad y apertura de las instituciones
a actividades culturales más allá de sus responsabilidades directas con el
patrimonio que estas albergan. Y son muchos los casos, donde dichas actividades discurren de un modo
paralelo, sin reflejar contacto o diálogo alguno con el contenido preservado por
el museo. Incorporamos tendencias, sin reflexión ni adaptación a nuestro
contexto, a nuestra realidad.
Partiendo de la definición de museo y de la didáctica
como motor de cambio de la museología, podemos resumir dicho papel en la acción
de mediar. El concepto de mediación piensa la institución
cultural como transmisora de un acervo común que reúne a los participantes de
una colectividad y que les permite
reconocerse. Es en este sentido, y por medio de su cultura, que el individuo
percibe y comprende el mundo y su propia
identidad. El museo debe crear comunidad,
debe ser percibido por su público como un punto de encuentro y sinergias, de crecimiento y de reconocimiento. Y para reconocernos, necesitamos haber generado
previamente un vínculo. Y la
mediación provoca, alienta, propicia la creación del vínculo a través de la experiencia.
Y esa acción ejerce de puente entre el contenido patrimonial de la institución
y el individuo. El patrimonio cultural se mantiene vivo, se reactiva, repercute
e impacta en el desarrollo social de la comunidad. Mediante ese vínculo, se
lleva a cabo al mismo tiempo la inclusión, la integración del individuo como
parte de un todo.
En 2006 el museo seguía siendo un medio de comunicación con credibilidad, de legitimación, lo que me
imprimía un mayor compromiso como gestora y gerente para con la sociedad. Desde
entonces, y posicionada en el campo científico de la museología social, prefiero
hablar de la “responsabilidad social de
los museos” y no de la “función social de los museos”, siendo esta nueva
museología el motor que me posibilitó un cambio de enfoque. Pretendía construir
un museo para y con un público heterogéneo, contemplando toda su diversidad social, cultural, generacional,
geográfica y educativa, atendiendo a cuestiones de género, accesibilidad,
capacidad e integración. Un museo para y con los creadores y creadoras, para difundir y visibilizar nuestra riqueza
cultural, artística y patrimonial en cooperación y diálogo con propuestas de
índole internacional, impulsando a nuestros artistas hacia el exterior y
enriqueciendo a nuestra ciudadanía.
Y en cuanto a la desigualdad
de género, el museo tenía mucho terreno por remover. Aún que en las últimas
décadas asistiésemos a muchos avances, y se pueda hablar de una aparente
paridad de oportunidades, el reconocimiento artístico femenino seguía y sigue siendo
muy minoritario respecto al de los creadores hombres.
E para iniciar una transformación
consecuente neste eido, o primeiro chanzo da escada era una análise profunda e minuciosa desta
situación.