MUSEO
[¿CUMPLIMOS
LA DEFINICIÓN?]
"Un museo es una institución permanente, sin fines
de lucro y al servicio de la sociedad y su desarrollo, que es accesible al
público y que conserva, investiga, difunde y exhibe el patrimonio material e
inmaterial de las personas y a su entorno con fines de estudio, educación y disfrute."
Así define el
ICOM (Consejo Internacional de
Museos) lo que es una institución museística.
Y realmente, ¿responden
nuestros museos a dicha descripción? ¿gestionamos nuestras instituciones al
servicio de la sociedad? ¿escuchamos sus necesidades? ¿adaptamos nuestros
discursos, recorridos, metodologías y lenguajes a los suyos? ¿ayudamos a su
desarrollo? ¿otorgamos la suficiente relevancia a la investigación? ¿vinculamos
el patrimonio a la educación? ¿mediamos? ¿incluimos a la sociedad en nuestra programación?
¿favorecemos la interacción con los contenidos museológicos? ¿propiciamos la
experiencia? ¿entendemos correctamente el concepto comunicación en los museos?
¿actualizamos nuestros objetivos y líneas de acción o pretendemos premisas
atemporales?
Todas estas cuestiones revoloteaban en mi cabeza cuando
en 2006 me hacía responsable de la gerencia
de la Red Museística de Lugo. Pero ya a partir de 1996, cuando soy
responsable del Departamento de Didáctica, harta de hipótesis e ideas
abstractas, llevar a la praxis esta definición de museo, era mi mayor
preocupación. Porque sé que la
transformación sólo puede ejecutarse desde la didáctica, como eje
transversal a todas las competencias del museo, como ámbito permeable, sensible
y flexible a las situaciones donde reside el conflicto.
El germen de cambio debía originarse en la comunidad, y
la comunidad comienza intramuros, en
el propio equipo humano de la institución. Consciente de que somos un país que
legisla para no cumplir y se ampara en la falta de acción conjunta o global
para la inmovilización propia, me propongo como premisa personal gestionar desde la colectividad, desde acción
y el activismo cultural.
Hacer de los museos de Lugo espacios vivos para la inclusión social, para el crecimiento
cultural de la ciudadanía, para construir cultura y compartir conocimiento con
y para todos y todas. Esa era la metodología a seguir. Hacer, reflexionar, evaluar y corregir. Y siempre para volver a hacer.
¿Y qué
significa gestionar siendo mujer?
Tenía dos opciones. Mimetizarme con el modelo patriarcal, el poder imperante,
verificando arquetipos anacrónicos que sólo apoyan al caballo ganador. O hacerme activista, incluyendo a las
comisarias, a las críticas, a las investigadoras y, por supuesto a las
artistas, en los proyectos que iba a llevar a cabo. Como siempre fui pertinaz,
no escogí el camino fácil.