En las "Jornadas producir , exponer, interpretar" a las que asistí, en Madrid, gracias a un ponente. Me acerqué a un libro ‘Impostura’ de John Banville (Anagrama, traducción de Damián Alou) y me dí de bruces con esta publicación que dice cosas como: "Colocamos una palabra allí donde comienza nuestra ignorancia, donde ya no vemos más allá; por ejemplo, la palabra yo , la palabra hacer, la palabra sufrir: son quizás el horizonte de nuestro conocimiento, pero no verdades". O sea, para abrir boca empezamos con el tournedó.
Será que en el teatro de la vida jugamos tanto con la impostura que me produjo un deleite incesante la lectura de esta prosa.Sonrei... recordé... y en cada frase disfruté.el asunto con las tripas al aire. Una impostura. No la de un cantamañanas, sino la de un intelectual en las alturas que ha dado gato por marta cibelina. Y te explica cómo. "Me había convertido en un experto en fingir gran erudición acerca de una amplia variedad de temas mediante el diestro empleo de ciertos conceptos clave, espigados de la obra de otros, pero a los que sabía dar un sesgo personal de mordacidad o intuición". Y sigue. Y un sobrecogimiento que ni te cuento si te paras a pensar en el personal que te rodea, tan académico, por ejemplo, tan laureado, por ejemplo, y con sólo cogerte las páginas de los suplementos, por ejemplo, ya se te cae el alma al suelo, suponiendo que no estuviera ya rodando por ahí. Llegar a oler la impostura. intuirla ahí mismo. Olerla de verdad. Un prodigio. O una intoxicación.Eso si, para mi placentera. Hay chaqués, pajaritas, bandas y fajines que huelen a impostura pero se les perdona si son muertos frescos.
Ah! se me olvidaba, esto viene a cuento por los complejos( de superioridad e inferioridad) a la hora de acercarnos a la comprensión del arte contemporaneo.
Será que en el teatro de la vida jugamos tanto con la impostura que me produjo un deleite incesante la lectura de esta prosa.Sonrei... recordé... y en cada frase disfruté.el asunto con las tripas al aire. Una impostura. No la de un cantamañanas, sino la de un intelectual en las alturas que ha dado gato por marta cibelina. Y te explica cómo. "Me había convertido en un experto en fingir gran erudición acerca de una amplia variedad de temas mediante el diestro empleo de ciertos conceptos clave, espigados de la obra de otros, pero a los que sabía dar un sesgo personal de mordacidad o intuición". Y sigue. Y un sobrecogimiento que ni te cuento si te paras a pensar en el personal que te rodea, tan académico, por ejemplo, tan laureado, por ejemplo, y con sólo cogerte las páginas de los suplementos, por ejemplo, ya se te cae el alma al suelo, suponiendo que no estuviera ya rodando por ahí. Llegar a oler la impostura. intuirla ahí mismo. Olerla de verdad. Un prodigio. O una intoxicación.Eso si, para mi placentera. Hay chaqués, pajaritas, bandas y fajines que huelen a impostura pero se les perdona si son muertos frescos.
Ah! se me olvidaba, esto viene a cuento por los complejos( de superioridad e inferioridad) a la hora de acercarnos a la comprensión del arte contemporaneo.
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